En el año 1987 la Asamblea de las Naciones Unidas instituyó el 26 de junio como el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de estupefacientes.
Los
progresos que el mundo moderno ha dado en
variadas áreas, no han podido traducirse sin embargo en acciones que
puedan enervar el avance del flagelo del narcotráfico. Hoy la tecnología nos
permite hacer cosas inimaginables hasta hace unos pocos años, y, sin embargo no
hemos podido evitar que casi niños, recurran al paco o a otras mezclas nocivas por
ejemplo, para evadirse de una realidad que no quieren mirar.
Hoy nuestros pueblos
están en riesgo. Las drogas los alcanzan
arrebatándoles el futuro, sus fuerzas, su salud y su dignidad. En nuestro país,
vemos con pesar como jóvenes y niños caen bajo su influjo y no encuentran
respuestas para este problema que trasciende las fronteras y que demanda
acciones coordinadas y eficaces, pero sobre todo urgentes.
El Estado argentino ha estado ausente durante años,
tanto en lo que se refiere a las adicciones, como en lo que se refiere a la
lucha firme y sostenida contra el narcotráfico.
El
Estado ha dejado el terreno libre. Se distrajo ocupándose de otros temas de
dudosa prioridad, y han sido otros actores sociales quienes con toda dedicación
y conscientes de tratarse de una responsabilidad de todos, han asumido el
desafío de dar, dentro de sus capacidades y posibilidades respuestas inmediatas
para asistir, educar, prevenir, ayudar y tender una mano a quien ha resultado
víctima de las adicciones.
Necesitamos
que el gobierno asuma su responsabilidad en este tema y que superando las
cuestiones coyunturales y las batallas personales que libra cotidianamente
contra los enemigos de turno, formule diagnósticos ciertos basados en
estadísticas confiables, para poder elaborar las estrategias que permitan hacer
aportes constructivos y verdaderamente útiles a las soluciones.
El
problema requiere ante todo de una voluntad firme y de una política pensada a
mediano y largo plazo integrada con recursos, con equipamiento tecnológico, con
capacitación de recursos humanos y con estrategias elaboradas desde el análisis
y el conocimiento de la realidad, y no sobre la retórica de un discurso que ha
decidido no admitir errores, aún cuando esos errores muestren cada día con
crueldad, el precio que por ellos se paga.
En
este día, en el que el mundo muestra su preocupación por el tema del uso
indebido de drogas y el tráfico ilícito de estupefacientes, nos sumemos de
manera comprometida a la concientización y al trabajo. Todos podemos aportar,
desde nuestro lugar, porque esta batalla la tenemos que ganar entre todos, y no
debemos permitirle al gobierno, abandonar esta lucha.
No descuidemos a nuestros ciudadanos. No abandonemos a
nuestros niños y jóvenes. Rescatémoslos de una mera supervivencia para darles
oportunidades reales que les aseguren los derechos, no los favores ni las
limosnas, los verdaderos derechos, aquellos que permiten proyectar el futuro en
paz y libertad.