Por estos días, el narcotráfico se ha convertido en uno de los temas casi excluyentes de la agenda de los medios y de los discursos políticos que, en el marco del cruce de acusaciones, opiniones y sugerencias, intentan abordar el problema descuidado desde hace años.
El
narcotráfico no es un meteorito que accidental e imprevistamente impactó en el país, extendiendo sus efectos y
enraizándose de manera indetenible. El narcotráfico y la situación actual que
vive la Argentina, resulta de un proceso de años de desatención del problema y
de la falta de voluntad política para abordar las acciones necesarias para
evitar que avance y se extienda.
Hemos
escuchado expresar con resignación que la lucha contra el narcotráfico se ha
perdido y en realidad, nunca supimos que se había iniciado, porque mas allá de
alguna acción puntual declamada en el discurso pero poco comprobable en los
hechos, no ha existido una definición pública, firme y comprometida de nuestro
gobierno, respecto de su decisión de enfrentar el problema y el anuncio de como
lo haría.
Quizás
una de las pruebas más contundentes de esta falta de voluntad, sea la ausencia
del tema en el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, en
donde la deliberada omisión de mencionar siquiera la cuestión que ardía en el
espacio público, muestra a las claras la escasa voluntad de enfrentarlo.
La
situación del narcotráfico proviene de un cúmulo de inacciones y de acciones
desacertadas que han ido produciendo el efecto de mirar para otro lado,
mientras el tráfico ilícito ha ido cooptando complicidades, tejiendo alianzas
con distintos grupos, aprovechándose de la vulnerabilidad de personas en
situación de necesidad y afianzándose cómodamente en una tierra sin control.
Así
que el primer paso para hacer algo eficaz, es reconocer la existencia del
problema aún con el costo político que conllevan las responsabilidades de
quienes tuvieron a su cargo durante los últimos años, los niveles de decisión
con competencia para producir intervenciones específicas en el tema.
Pero
además de reconocerlo y comprender los contextos socioculturales y económicos
que le resultan propicios y favorecen su expansión, es imprescindible que se
aborde el problema desde una planificación estratégica.
Las
propuestas que se impulsan en estos días, están signadas por la
desarticulación. En la vorágine del momento y con el objetivo de acallar la
alarma social que está generando la violencia cada vez mas intensa con la que
se expresa la gravedad del narcotráfico, los funcionarios proponen distintas
herramientas, pero todas ellas son fragmentos inútiles de un rompecabezas que
solo nos proporcionará el camino de la solución, cuando todas las piezas se
vertebren en un plan estratégico en el que a la cabeza se pongan las mas altas
autoridades del país con una amplia convocatoria que edifique el camino sobre
el consenso político y el apoyo social.
En
reiteradas ocasiones hemos afirmado que la lucha contra el narcotráfico no se
encara con los radares, con resolver la sobrecarga de Juzgados, con la
interceptación de los vuelos clandestinos
o con actuar sobre la prevención. La lucha contra el narcotráfico se
encara con un conjunto de acciones que evidencien la incontrastable vocación de
resolver el problema, coordinando un conjunto de herramientas pensadas
específicamente para el abordaje de las distintas y múltiples dimensiones del
problema.
En
suma, claramente para avanzar y para que podamos superar la etapa del debate,
necesitamos voluntad política del gobierno, una planificación estratégica, el
consenso político y el apoyo de la sociedad. Sin ellos, seguiremos perdiendo la
batalla que no nos decidimos a comenzar.-