LA LUCHA CONTRA EL NARCOTRAFICO ES MUCHO MAS QUE DISCUTIR EL DERRIBO

Por estos días se está debatiendo mucho el tema de ley de derribo sí o ley de derribo no. Promotores y detractores, cada uno por su lado, esgrimen, transitando por los medios de comunicación las razones que justifican sus posiciones y otra vez, nos encontramos con que el árbol nos está tapando el bosque.

La lucha contra el narcotráfico, no es un radar, no es el derribo, no es el control de los puertos, no es atacar la economía del delito. La lucha contra el narcotráfico debe partir de una discusión en serio sobre una estrategia integral que coordine medidas y acciones, en el marco de un plan que contenga metas y objetivos diseñados a corto, mediano y largo plazo.

Esta estrategia integral debe ser fruto de un consenso político y contar con el apoyo de la sociedad, y en donde el eje orientador debe serlo la seguridad ciudadana.

El Estado tiene responsabilidad de velar por la seguridad de sus ciudadanos y en el marco de este imperativo indelegable de hacerlo, debe abordar una política contra el narcotráfico desde una perspectiva multidimensional, para poder vertebrar esfuerzos que en forma aislada y espasmódica no producen ningún resultado.

Así es como las discusiones en todos estos años se han centrado sobre un tema en particular, con lo que la respuesta de las políticas, ha sido la de adoptar una medida puntual contra el aspecto en análisis y dando como resultado un fracaso que se anticipaba por la mirada fragmentada.

Esto es algo así como pretender preservar la seguridad de una vivienda poniendo rejas a una ventana pero dejando la puerta abierta.

Si el tema se encuentra en discusión, no tenemos que perder la oportunidad de abordarlo en la integralidad del análisis que demanda para que la lucha contra el narcotráfico comience a ser en las políticas públicas de nuestro país, una estrategia integral, que se armonice además con las políticas de los otros países en el marco de la responsabilidad compartida y que además opere como herramienta de disuasión para los autores del delito.

En ese contexto, es decir, como una de las herramientas de esa estrategia que debe necesariamente coordinarse con los demás esfuerzos y acciones, el derribo, no implica un ataque, sino una defensa a la seguridad y soberanía de un Estado cuyo espacio aéreo se ha vulnerado deliberadamente, y además con el agravante de haber  desoído y desobedecido todas y cada una de las diferentes señales, alarmas y comunicaciones remitidas por las autoridades de nuestro país.

Pareciera existir una gran confusión en torno a este tema, porque hay quienes interpretan que el derribo es abrir fuego directamente contra una aeronave y esto es un gravísimo error y difundirlo así además, constituye un acto de irresponsabilidad.

El derribo o la instancia final que se discuta y consensúe, constituye la última acción de un largo proceso estructurado en pasos inexcusables y obligatorios que deben cumplirse inexorablemente y recién cuando pese a todas las advertencias, la aeronave no se ha identificado y se ha resistido a aterrizar, se procede al derribo o se puede proceder de otra manera con otra acción que se discuta y consensúe.

Medidas de indagación, de intervención, de persuasión, son todos eslabones indispensables en una cadena que termina privilegiando la seguridad de nuestros ciudadanos y actuando en consecuencia con la autorización de la máxima autoridad del Estado vulnerado.  

En suma, si queremos verdaderamente velar por nuestros ciudadanos, terminemos con las discusiones estériles de temas puntuales y asumamos el desafío de discutir un plan integral, una política pública de lucha contra el narcotráfico consensuada y coordinada con los otros Estados para que la Argentina sea conocida y respetada en el mundo como un país que ha tomado la firme decisión de preservar la seguridad de sus ciudadanos, la integridad  y la soberanía sobre su territorio y que ha adoptado una política pública perdurable y eficaz de lucha contra el narcotráfico. Esto es lo que tenemos que debatir