Por estos días estamos atravesando una
gravísima situación en el sector de la salud en la provincia. Aunque en
realidad no es correcto hablar de “sector” como si este problema fuera
privativo de unos pocos, porque cuando las prestaciones de salud se ven
afectadas, se compromete un derecho básico y esencial de los ciudadanos. Esto
no es una crisis de un sector, es un problema de salud pública y de derechos
humanos.
Pero esto no es un accidente, de origen súbito
e incausado. Esta situación, es la
consecuencia de una larga cadena de desaciertos, de errores, y fundamentalmente
de olvidos deliberados y prioridades postergadas.
Hace
años que venimos reclamando esta situación. Hace años que los trabajadores de
la salud, venimos intentando que el gobierno se siente a pensar el problema,
pero no en términos de una respuesta inmediata y coyuntural que acalle los
reclamos temporariamente, sino en términos del diseño de un sistema que
resuelva la brecha de desigualdad que existe entre las posibilidades de acceso,
y que garantice la calidad de la oferta de servicios, que tiene que estar
indisolublemente unido a la dignidad de los trabajadores de la salud y a una
política en materia de recursos humanos.
En
el escenario actual, se produce una permanente
migración de excelentes profesionales que optan por alejarse para desarrollar
su actividad en algún lugar del país, en el que se reconozcan los esfuerzos, se
remunere dignamente el trabajo, se provea de ambientes y entornos laborales
aptos para el cumplimiento de funciones que entrañan riesgo de vida y que, por
lo mismo deben estar equipados y ser adecuados.
Entonces
las opciones que la provincia brinda a sus médicos, son, irse, o batallar
cotidianamente desde el esfuerzo y la insostenible carencia de recursos humanos
que resiente la atención, con el agravante de emprender cada día de lucha
sabiendo que no hay un horizonte posible en la medida en la que no exista la
voluntad política de comenzar por reconocer el problema.
A
fuerza de repetir lecciones aprendidas, de reproducir relatos impuestos,
nuestro gobierno pareciera haberse ido convenciendo que las cosas son como las
quieren contar, y entonces, todo lo que aparezca como problema, en lugar de
resolverlo se lo barre bajo la alfombra, con la inútil esperanza que lo que no
se ve, no sea real.
Seguramente
cuando vemos a los médicos renunciando en forma masiva en el extremo de la
impotencia y la desesperación, cuando vemos las escenas de violenta represión
de hace unos días, cuando vemos los paros de los docentes y el espacio público
convertido en el escenario cotidiano y permanente de reclamos cada vez más
fuertes y multitudinarios, resuenan en nuestros oídos como una afrenta, la
frase con la que el gobernador eligió actuar frente a la presidente en su
visita a Jujuy, cuando decía: “Que le
voy a contar a usted señora presidenta y a mi pueblo…”
La salud en nuestra provincia,
necesita mucho más que una negociación tensa que con el vértigo de las
presiones permita superar el momento. La salud en Jujuy, requiere de la
reformulación del sistema con el diseño de una política de salud pública, que
contemple los derechos de todos los actores involucrados, para que,
efectivamente, integremos una sociedad justa y solidaria en la que cada uno
desempeña sus funciones con la alegría cotidiana que da el servicio en el
ejercicio de una vocación que se retribuye dignamente.
Pensemos
la salud en Jujuy y hagámoslo con la grandeza de sentarnos a mirar el
horizonte del bienestar de los jujeños, y no la inmediatez de un resultado
electoral. Pensemos la salud en Jujuy
comprometiendo esfuerzos comunes en el diseño de una estrategia con acciones a
mediano y a largo plazo. Pensemos la
salud en Jujuy esforzándonos por hacer un buen diagnóstico de la situación,
con la capacidad de reconocer todo lo que está mal, y a partir de allí
empecemos a planear responsablemente un futuro mejor, con la convicción de
saber que solo llegaremos en la medida en la que empecemos a caminar en esa
dirección.