EXODO JUJEÑO, LA GRANDEZA DE UN PUEBLO

En este mes de agosto, los jujeños celebramos con indiscutible orgullo, el Bicentenario del Éxodo Jujeño, una gesta heroica que puso de relieve el sacrificio y la abnegación del pueblo jujeño que  jugó un rol esencial en  la  lucha por la libertad.

 El 23 de agosto de 1812, bajo las órdenes del Gral. Manuel Belgrano, el pueblo jujeño abandonó sus hogares, sus pertenencias, su estilo de vida, y quemó todo aquello que pudiera contribuir a la subsistencia del enemigo invasor, marchando con el ejército hacia Tucumán.

Jujuy, por su ubicación en el portal norte de la Patria, era el paso obligado para el ejército realista. De esta manera, el Gral. Belgrano  con su acción estratégica y la colaboración plena de los jujeños, pudo neutralizar la superioridad numérica del enemigo, preparándole un escenario de devastación, que le impidió  su reabastecimiento y minó sus fuerzas, determinando su derrota en la Batalla de Tucumán.

Este no fue el único aporte de nuestra provincia a las luchas por la independencia. Fueron recurrentes los episodios en los que Jujuy fue devastado por batallas que fueron abonando el camino hacia la libertad, pero quizás el Éxodo Jujeño fue el  más emblemático de todas porque evidenció una voluntad inquebrantable de anteponer los intereses de la Patria  por sobre cualquier otro.

El valor de este acontecimiento histórico, trasciende los tiempos, para mostrar lo que puede lograrse cuando un pueblo siente un vínculo de pertenencia con su Patria, que es capaz de grandes sacrificios como sucedió en este caso.

Una meta común tuvo la fuerza de unir los espíritus y superar las barreras de las diferencias para encolumnar a todo un pueblo en las acciones necesarias para su logro.
Los argentinos de hoy, tendríamos que dejar crecer en nosotros esa cimiente de nuestros antepasados que no solo nos dejaron una Patria libre, sino el testimonio de las virtudes que es necesario cultivar para alcanzarla y consolidarla.

Fundamental en la arquitectura de una Nación, es la unión de su pueblo, algo que en este momento está mostrando su escasez. En la Argentina del Siglo 21, nos está faltando la conciencia de pertenencia a una Patria para la que todos somos importantes, y en la que todos estamos destinados a cumplir un rol esencial en su fortalecimiento como estado de derecho que garantice la calidad de vida y el bienestar de todos sus habitantes.

Hoy, los desafíos que se nos presentan son otros. Nuestra condición de Nación independiente no está amenazada, pero si lo están los derechos de muchos argentinos que padecen necesidades, como producto de una Argentina desigual con una clara brecha determinada por su extensa geografía y la falta de acciones eficaces para fortalecer el federalismo y apuntalar a las provincias periféricas que están postergadas.
El Bicentenario del Éxodo Jujeño nos interpela fuertemente sobre lo que estamos haciendo para integrarnos como Nación, sobre lo que estamos haciendo para superar las barreras estériles de las diferencias irreductibles, sobre lo que estamos haciendo para construir un país solidario en el que las distancias de los grandes centros urbanos, no sean el condicionamiento de los derechos que garantiza la Constitución Nacional, y finalmente, sobre lo que estamos haciendo para unirnos con grandeza en un proyecto de país solidario.
El Éxodo Jujeño tiene que ser, sin dudas, una lección aprendida de grandeza y patriotismo, es lo menos que le debemos al pueblo que cimentó con su sangre la construcción de esta Patria.-

ATENDER LOS CONSENSOS. REFORMA DEL CODIGO CIVIL: OBRAR CON PRUDENCIA


Los legisladores estamos por abordar la reforma del Código Civil, un plexo normativo que contiene las definiciones de los conceptos básicos de los que se deriva el reconocimiento de derechos y las condiciones de su ejercicio.


El proyecto en análisis del Congreso contiene modificaciones trascendentales para la sociedad argentina que suponen una actualización de las normas y su adaptación a los profundos cambios que impuso la modernidad.

En la actualidad, el derecho se enfrenta a situaciones impensadas para el siglo XIX, en el que Vélez Sarsfield redactó el Código Civil, derivadas entre otras razones, de los avances producidos en la ciencia y la tecnología que han generado cambios que impactan en la salud, el medio ambiente y la vida de relación.

Todos coincidimos en la necesidad de abordar esta reforma, pero creo que las innovaciones deben ser acompañadas por una buena dosis de prudencia. Con la reforma propuesta, se incluirá por ejemplo, el tema de las técnicas de reproducción humana asistida, herramientas derivadas del incesante avance de la ciencia, que han permitido que quienes se encuentran impedidos de engendrar un hijo naturalmente, lo hagan a través del empleo de esas técnicas. Sin embargo, es necesario que cualquier avance en esta materia, se enmarque axiológicamente para que sean los valores de consenso de una sociedad, aquellos que la identifican y la enaltecen como tal, los que marquen el rumbo de los progresos científicos.

La fertilización asistida, involucra la necesidad de arribar a un consenso respecto de definiciones fundamentales como la concepción de la persona, el inicio de la vida, el status jurídico de los embriones, y una serie de cuestiones que serán el punto de partida para reconocer o negar derechos, traer soluciones o generar conflictos, poner luz sobre las situaciones o ensombrecer el camino.

Las definiciones que se hagan en este sentido, deben fundarse en evidencias, porque tenemos que evitar que los derechos que nazcan de las normas estén supeditados a manipulaciones semánticas que siempre son arbitrarias.

La media sanción que tuvo la ley de técnicas de reproducción humana asistida, solo se limitó a definir el tema de la cobertura y los beneficiarios, constituyendo un avance en materia de derechos, pero quedándose a mitad de camino al perder la oportunidad de legislar sabiamente sobre los demás aspectos involucrados en el tema.

Por ello, celebro que la reforma se ocupe de estos temas, pero destaco la imperiosa necesidad que, a la hora de definir las normas que integraran el cuerpo que regulará la vida y los derechos de los habitantes de nuestra Nación, se obre con prudencia, partiendo de una base de consenso de valores que enmarque con un alto grado de coherencia los derechos de todas las personas, sin incurrir en fragmentaciones injustas. -