Al iniciar su discurso el 10 de diciembre de 1983 frente a un pueblo vibrando de emoción y anhelante de esperanza, Raúl Alfonsín, expresaba: “Compatriotas: iniciamos una etapa que sin dudas será difícil porque tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina”.
Con
el presidente Alfonsín, se ponía fin a la larga noche de la historia que había
teñido de sangre nuestra tierra, y los argentinos comenzábamos a creer que
podíamos esperanzarnos con la vida sin temores, con el pleno ejercicio de los
derechos y fundamentalmente con la libertad.
Y hoy, después de treinta años de
conmovernos con esas palabras, podemos valorar que fueron pronunciadas con un
compromiso firme que se expresó luego en acciones concretas, decididas y
eficaces para reconstruir en la conciencia colectiva, el espíritu democrático,
su capacidad de ejercerlo y la responsabilidad de su preservación.
Recuperamos
la democracia y recuperamos también la convicción de un mandato compartido de
defenderla, fortalecerla y cuidarla, tal como lo expresara el presidente en
ese momento.
Atravesamos distintas etapas desde
aquel mítico 10 de diciembre de 1983, pero cada una de ellas, expresó el
protagonismo y la participación de un pueblo que aprendió que el único camino para cuidar nuestros
derechos, es ejerciéndolos y participando en la vida del Estado, desde cada
lugar y desde cada espacio, con idéntica fuerza y con la firme determinación de
no permitir nunca más, el quiebre del orden constitucional.
Uno de los logros más trascendentales
de estos 30 años, ha sido el de lograr
cimentar una convicción compartida y arraigada profundamente en el corazón de
cada habitante de esta Nación, una conciencia que hoy nos identifica en el
escenario de las naciones, y es la de levantar la bandera de los derechos y las
libertades, como expresión natural de un sistema democrático y de una forma de
vida que respeta la dignidad.
Tenemos
muchas deudas todavía al interior de nuestro pueblo, deudas que duelen
porque mientras haya argentinos que viven excluidos y en condiciones de
marginalidad, los derechos no están llegando a todos.
Puede haber muchos caminos para
alcanzar esa meta, puede haber miradas diferentes, pero en lo que no puede
existir opción, es que cualquier estrategia que se adopte tiene que serlo en el
marco de la democracia que desde Raúl
Alfonsín, venimos atesorando y cuidando con nuestra participación y
responsabilidad, porque si hay algo que los ciudadanos de este país hemos
aprendido, es que indisolublemente unida a nuestra argentinidad, está nuestra
firme convicción de vivirla en democracia.