IMPROVISACION Y CONTRADICCION, PELIGROSOS SIGNOS DE UN GOBIERNO

Si hay dos características que definen al gobierno actual, ellas son improvisación y contradicción. Las circunstancias de los últimos días, han expuesto en toda la crudeza de una realidad innegable, las consecuencias de una absoluta falta de planificación estratégica, errores de diagnósticos y obstinada negación de los verdaderos problemas de la Argentina actual.

        La sistemática improvisación del gobierno ha hecho que marche continuamente detrás de la coyuntura, reaccionando emocionalmente a las reiteradas situaciones críticas con acciones fragmentadas y desarticuladas que solo se orientaron a tapar el agujero o disimular el problema pero nunca a resolverlo.

        Así es como se implementan medidas que en su práctica normalmente son “impracticables” porque los sistemas no han sido adecuados, porque falta información o normas complementarias que nadie sabe de donde tienen que venir y que terminan sumiendo a los argentinos en un clima de incertidumbre y temor.

        Puede ser que a una década de haber asumido el gobierno, sigamos escuchando que la inflación tiene que ver con “culpables”, “apátridas” o “especuladores”? No tendríamos que pensar que la inflación sistemática y creciente tiene que ver con no reconocer el problema y buscar las soluciones adecuadas?

        Estas definiciones, son solo un indicador de la brutal caída del “relato” a la que estamos asistiendo. Así, como también son un dato, por ejemplo, las declaraciones del Ministro de Economía en relación a que con la flexibilización del cepo cambiario se pretendía beneficiar a los que menos tienen. Esto indicaría entonces que los que menos tienen, pueden ahorrar mensualmente para comprar dólares. Lo menos que sugiere esta interpretación es que al gobierno le hace falta urgente un baño intenso de realidad.

        Marchas y contramarchas, idas y vueltas, desnudan la falta de diagnósticos certeros y de planificación pensada a corto, mediano y largo plazo para concatenar de manera coherente acciones orientadas a lograr de manera gradual y eficiente el logro de metas.

        Este mismo trato o mejor sería decir “destrato”, que se le proporciona al problema económico-social, es el que se le da a los problemas de las adicciones y al grave problema del narcotráfico.

        Las reacciones, porque no puede definirse como acciones los pasos espasmódicos y de solo impacto mediático, que se realizan para la lucha contra el narcotráfico, son solo el envoltorio de un paquete vacío que solo termina mostrando la falta de voluntad del gobierno de pensar de una vez, la estrategia para combatirlo.

        Cada tanto, alguna mención al Operativo Escudo Norte, del que nadie sabe nada más que la remisión incierta que se hace cada vez que se lo prorroga por decreto del Poder Ejecutivo, a que “ha dado buenos resultados”. Alguien debiera avisarle al gobierno que no podemos hablar de buenos resultados cuando la presencia del narcotráfico es creciente en sus niveles de tráfico y también de violencia en nuestro país.

        Por otro lado, el gobierno mantiene una conducta errática con respecto a la Sedronar, oscilando entre atribuirle funciones y declararla organismo competente para atender las adicciones y hasta hace poco, la lucha contra el narcotráfico, y ningunearla de manera formidable como cuando al reglamentar la ley de salud mental se omitió darle algún tipo de participación en relación a las adicciones, o como cuando permitió que durante meses permaneciera acéfala.

        Estamos atravesando un periodo decisivo en donde la profundidad de la crisis en distintas áreas sensibles de la vida de los argentinos, son como agujeros en un barco que terminará por hacer agua, si no se detiene a tiempo con la adopción de políticas públicas serias y responsables, definidas sobre la realidad de los problemas y sus verdaderas dimensiones, consensuadas y articuladas sobre la base de un dialogo sincero con todos los sectores de la Argentina.


        No se puede perder tiempo, porque ya hemos perdido demasiado. Hemos perdido como diez años.