¿DE QUÉ NOS QUEJAMOS LOS JUJEÑOS?

Para quienes hayan tenido la oportunidad de escuchar el discurso del gobernador en la apertura de sesiones de la Legislatura provincial, la pregunta “de que nos quejamos los jujeños?” podría tener cierta lógica.

Pero si el oyente, esperanzado por la secuencia ininterrumpida de logros y bienestar, narrada sin culpas por parte del titular del Poder Ejecutivo, saliera a las calles de la ciudad, el choque con la realidad sería bastante traumático.

El Jujuy “de carne y hueso”,  mostraría al espectador incauto, una secuencia de manifestaciones de protesta que abarcan todo el arco social y laboral y que se encuentran teñidas por un alto grado de conflictividad, generando tensión y divisiones.  Huelgas docentes, medidas de fuerza de estatales, déficit habitacional, crisis de los recursos humanos en salud, problemas y falencias en educación, pobreza e indigencia.

Todas esas expresiones, no constituyen un dato anecdótico que podemos omitir considerar, o invisibilizarlas a través de un discurso exitoso, porque son los claros indicadores de un Jujuy que desde hace doce años, no puede avanzar, pese a los datos de diez años de crecimiento en el país. Estamos ante una provincia en la que sus empleados tienen que aguardar cada mes por un despiadado calendario para el cobro de sus haberes y escuchar a sus gobernantes referir los esfuerzos que realizan para pagar los sueldos generando un ánimo colectivo de zozobra que pareciera expresar el mensaje:  “por lo menos cobran el sueldo”, intentando con ello aplastar cualquier otra expectativa de mejora.

Según el discurso del gobernador Fellner, Jujuy tiene un punto de indigencia y no llega a dos dígitos de pobreza. Estos son datos que no se condicen con la realidad en modo alguno y no hace falta recurrir a gráficos para advertirlo, solo hace falta caminar la provincia y hablar con su gente.

El gobernador Fellner ha integrado su discurso con acciones nacionales y con acciones históricas, pertenecientes a otros años de la gestión del oficialismo y no, como hubiera correspondido, referirse solo al último año. Pero tales menciones nos permiten entonces insistir en que su responsabilidad es mayor por la ausencia de soluciones a lo largo de tantos años lo que evidencia que no existe un plan estratégico para la provincia, sino que las acciones del gobierno constituyen reacciones espasmódicas a sucesos que se van produciendo.
Claro ejemplo es el plan “Un lote para cada familia jujeña que lo necesite” que intentó frenar de algún modo la profunda crisis social producida por el déficit habitacional que enlutó a la provincia con reiterados episodios de tensión y violencia, en los que perdieron la vida cuatro personas, sin que hasta la fecha se hubiera hecho justicia.

Pero aún con ese plan, lanzado improvisadamente con anuncios demagógicos y afanes electoralistas, no llegaron las soluciones. Las familias reciben una oblea con la calificación de título provisorio, que poco hace al legítimo anhelo y a la real concreción del derecho a una vivienda. De todos modos, poco es lo que se ha avanzado en este sentido y en Jujuy el problema de la vivienda sigue siendo un problema grave para muchas familias.

También se ha referido el gobernador a la minería como la actividad productiva de la provincia casi por excelencia, cuando en realidad lo que la minería le deja a la provincia es una exigua cantidad comparada con lo que las empresas se llevan, sumado a la falta de controles que hacen que una actividad rentable para pocos, termine generando un riesgo importante para el ambiente de todos. Ya tenemos en nuestra provincia ejemplos claros como lo que sucedió con la mina Metal Huasi, cuyas consecuencias seguimos pagando en salud.  

De todos modos, el discurso vuelve a estrellarse contra la realidad cuando vemos que el Índice de Competitividad provincial publicado por el Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Córdoba en el año 2012, registra a la provincia de Jujuy en el último lugar

Estamos hablando de la misma provincia que el gobernador?

Finalmente y con relación a la ley provincial de coparticipación, no hizo referencias pese a sus anuncios el año anterior de promover la discusión. Esto significa que los anhelos de equidad distributiva y promoción del desarrollo que se lograrían con una ley provincial de coparticipación quedarán en el olvido.

El discurso estuvo destinado la mayor parte del tiempo a elogiar sumisamente al gobierno nacional, a referir logros que no vemos, a enumerar exitosas acciones que no llegan a la gente y en definitiva a advertirnos que lo que no ha cambiado en doce largos años de desidia, no cambiará.-